Entrar a una casa llena de los colores del Caribe Colombiano ese medio día hizo que mi corazón palpitara con más fuerza de la acostumbrada, el abrazo cálido de Tania, mi amiga del colegio me recordó lo breve que es la vida, hacía ya 40 años no volvimos a estar tan cerca y nos dimos cuenta que en nuestra madurez sentimos con mayor facilidad.
La conversación con su madre, la escritora cartagenera Mimi Juliao, no se hizo esperar, ella llena de letras por todas partes y con el perfume propio de las abuelas me abrazó como si recibiera a una de sus hijas que regresa a casa a pesar que nunca habíamos cruzado una palabra. Llegué para enterarme de la magia de su libro “María Candé” y de inmediato me ubiqué frente a la pared en donde estaba colgado un cuadro pequeño con los trazos claros de la portada del libro, el rostro de una mulata del Caribe con muchas flores en su cabello, Mimi también es pintora y por eso escogió esa obra para recrear la portada. La Feria del Libro de Cartagena – Felicar presenta a “María Candé” hoy 20 de julio a las cinco de la tarde en el legendario Palacio de la Proclamación y allí estará Mimi con su “María Candé” orgullosa, mi amiga, su hija Tania se hizo cargo de un prólogo corto pero lleno de amor y con total seguridad habrá muchos libros que firmar.
Sentada en la mecedora de la casa de colores escuché con atención a Mimi Juliao, sencilla, con un fino tono de voz, cabello blanco, nostálgica al evocar su paso en temas sociales de nuestra Cartagena de Indias pues se dedicó a jalonar proyectos en beneficio de los ancianos locales de bajos recursos, todos los cartageneros recordamos los Centros de Vida que han ido desapareciendo como si eso no tuviera importancia…
Me habló de su “María Candé” con el entusiasmo de los niños al mostrar un juguete nuevo, sus ojos alegres y su risa pícara aumentan mis ganas de leer esos textos con sabor a nuestro mar. María Candé es la mujer mulata real que padece todas las dificultades sociales propias de un sistema desigual pero que aún así no se rinde.
Mimi Juliao me invitó a su mesa, lugar sagrado de las casas, allí ella, Tania y yo nos dedicamos a darle forma a nuestros días, era muy necesario saber qué había sido de nosotras durante todos esos años de lejanía. De María Candé pasamos a la crisis de la pandemia y llegamos a asuntos domésticos en medio de platos sencillos pero exquisitos y vasos de vino tinto. La tarde se hacía más corta cada vez y en efecto nos faltaron cosas por hablar. Comenzó la lluvia y al despedirme de Mimi y de Tania sentí como si algo me hubiera pegado un empujón hacia el fantástico mundo de las letras… Lloré porque salí de allí convencida que siempre es necesario seguir escribiendo no importa cuál sea el momento, no importa a quién tengas a tu lado, no importa nada…solo escribir para poder seguir viviendo.
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